Tirando del carro del mundo rural. Cientos de jóvenes con formación en agricultura y jardinería y más de cuatro mil escolares que visitan cada año la granja escuela La Campaza es el balance de la cooperativa de iniciativa social Helios 82 que, junto al único Centro de Desarrollo Rural de la provincia, da servicio a la comarca del Órbigo y aledañas e irradia ideas para afrontar el reto de la España vaciada..
Son un centro privado con vocación de servicio público y llevan cuatro décadas tirando del carro del mundo rural en el Órbigo. La cooperativa de iniciativa social Helios 82 devolvió a las escuelas de la Fundación Sierra Pambley de Hospital de Órbigo su propósito originario de formar a la juventud de la comarca para la mejora de la agricultura y ser un foco del progreso económico y social.
Abierta en 1890 como Escuela de Ampliación de Instrucción Primaria y Agricultura, había interrumpido su actividad vocacional a raíz de la Guerra Civil, aunque se usó parcialmente como aula de EGB. Fue en los años 80 cuando confluyeron las inquietudes de un grupo de jóvenes profesionales que recogieron el espíritu de los colegios familiares rurales —en concreto del que hubo en Villanueva de Carrizo— y construyeron un proyecto de formación adaptado a los nuevos tiempos, pero arraigado en el medio rural, con una organización asamblearia, con participación de alumnado y familias, y sin libros de texto.
En 1982 aterrizaron en Hospital de Órbigo. Desde entonces cientos de jóvenes, de la comarca y también de León, se han formado en sus cursos de agricultura y jardinería, actualmente con oferta reglada concertada en FP Básica y Ciclos Formativos de Grado Medio. Francisco Catalán, Paco, uno de los fundadores, acaba de jubilarse con honores (le han otorgado la Cruz de Alfonso X El Sabio) y con el orgullo de que el relevo está asegurado y de dejar en buenas manos un centro abierto a los pueblos. En 2013 entraron a formar parte de la cooperativa de enseñanza cuatro docentes con una larga trayectoria en el colegio. Alguno, como Enrique Mielgo Matilla, que lleva el mantenimiento, incluso fue alumno del colegio.
El colegio de Sierra Pambley de Hospital de Órbigo fue durante muchos años el único centro con actividad de la fundación. «Le hemos dado vida y la fundación nos ha ayudado a crear expectativas». Es lo que queda de las tres escuelas de capacitación agraria que hubo en la comarca (Armellada, La Milla del Río y Santa María del Páramo) y los cuatro colegios rurales familiares de la provincia.
De hecho, es el único de sus características que pervive en Castilla y León, junto a otros dos en Valencia y otro en Asturias. «Seguimos con la enseñanza y el desarrollo rural. Es un referente para la comarca que ha permitido que muchos jóvenes puedan hacer jardinería sin tener que ir a León o a Madrid y tiene una incidencia directa en la vida del pueblo», explica Francisco Catalán.
La formación ha cambiado, pero el espíritu del proyecto se mantiene. En los primeros años había un internado. «Los chicos estaban una semana en el centro y otra semana en su casa porque tenían que ayudar en las labores del campo. Si no hubiera sido por este sistema muchos no habrían podido estudiar», añade. «Los profesores vivíamos con ellos el centro, hacíamos la comida, limpieza. Era una convivencia intensa y pedagógica muy buena», subraya.
Actualmente, el alumnado de FPB de Agrojardinería y Composiciones Florales, 16 de primero y 8 de segundo curso, y el Grado Medio de Jardinería y Floristería, 14 en primero y 8 en segundo, acuden a diario en autobús, si vienen de La Bañeza, Astorga o León, o como pueden si se desplazan desde otros pueblos como Carrizo, Benavides o Brimeda.
«Las becas de transporte de FP Básica, en caso de necesidad, las complementa el CDR porque son muy escasas, de 260 euros para todo el año, y desequilibradas en comparación con 2.600 euros que dan a los de Grado Medio», explica la directora, María Castro.
El vínculo con el Centro de Desarrollo Rural (CDR) tiene un efecto multiplicador sobre la comarca tanto en el ámbito cultural como social. «Hay épocas en las que trabajan una veintena de personas entre CDR, colegio y granja escuela», añade.
También son un punto de referencia para el empleo de jardinería: «Últimamente nos han llamado para cuatro ofertas de empleo. Es un orgullo que seamos un referente», apunta la directora. Para algunos chicos y chicas la FP Básica es el salto directo a otra modalidad de formación profesional porque obtienen la ESO. Es el plan que tiene Sara, una de las alumnas, que quiere hacer electromecánica. A Jorge le gusta la jardinería y ha participado en el Campeonato de Spain Skills a nivel estatal.
La cooperativa lamenta que a pesar de los esfuerzos que supone mantener el centro en el medio rural y del discurso oficial de preocupación por la despoblación, no hay medidas que incentiven su labor. «Nos exigen la misma ratio de alumnado que a cualquier centro de la ciudad», subrayan.
Las puertas están abiertas de nueve de la mañana a nueve de la noche y entran personas de todas las edades, con discapacidad, de residencias de ancianos o centros especiales como Cosamai. «No nos podemos dedicar a una sola cosa, tiene que ser algo global para poder mantenernos», aseguran.
El convenio con el Ayuntamiento de Hospital de Órbigo asegura la producción de plantas y es la base del concurso de balcones, una iniciativa de participación ciudadana. La relación con el entorno es tan estrecha que cuando necesitan avales para los ciclos formativos o del plan FOD «a veces participa gente de la zona».
La Granja Escuela La Campaza, en la que han ido construyendo desde un horno de barro en el que se cuece el pan cada mañana que hay visita escolar, hasta las majadas para las cabras y ovejas, el carro de labranza reconvertido para paseos y numerosos elementos salidos del taller de carpintería que se mantiene en el CDR.
Más de 4.000 niños y niñas de 67 centros, la mayoría en los meses de mayo y junio, visitan esta granja escuela cada año. an de toda la provincia, incluido el Bierzo, y también de Zamora a contemplar los exóticos cerdos vietnamitas y disfrutar del paseo en burro entre otras actividades. También imparte formación en tiempo libre, yoga fiestas de cumpleaños y campamentos urbanos.
Treinta y siete años después el objetivo del centro es «continuar con lo que se ha creado» y abrir nuevos caminos. Uno de los proyectos por los que más lucha el equipo que lidera actualmente María Castro es la puesta en marcha de un Ciclo Formativo de Grado Superior de Mediación Comunicativa. Se trata de capacitar en lengua de signos y otras habilidades comunicativas con alumnado con diversidad funcional. «Sería muy útil para los ATE que hay en los colegios, pero nos dicen que está la demanda cubierta a pesar de que no lo imparte nadie en León», explica María Castro. «Tengo demanda y no la puedo ofertar», comenta la directora. Si la Junta quiere apoyar al mundo rural aquí tiene la ocasión.